Alcohol y trastorno bipolar: una combinación peligrosa

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Las investigaciones muestran consistentemente que el consumo de alcohol y el trastorno bipolar no se combinan de manera segura. Si bien el consumo moderado de alcohol puede parecer inofensivo para algunas personas, para las personas con trastorno bipolar, incluso pequeñas cantidades pueden desestabilizar el estado de ánimo, empeorar los síntomas e interferir con el tratamiento.

La compleja relación entre el estado de ánimo y el alcohol

El trastorno bipolar implica cambios extremos en el estado de ánimo, desde altibajos maníacos hasta mínimos depresivos. El alcohol no sólo “calma los nervios”, sino que altera fundamentalmente la química del cerebro. El psiquiatra Ashvin Sood explica que el alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso central, ralentizando el control de los impulsos, pero el efecto rebote intensifica la ansiedad y el estrés. Esta desestabilización puede desencadenar episodios maníacos, profundizar la depresión y acelerar los ciclos del estado de ánimo.

El vínculo es lo suficientemente fuerte como para que los estudios estimen que hasta el 45% de las personas con trastorno bipolar también luchan contra el trastorno por consumo de alcohol (AUD). Las predisposiciones genéticas pueden influir, lo que significa que algunos individuos son biológicamente más vulnerables a ambas afecciones.

Por qué beber nunca es seguro durante los episodios

Durante los episodios maníacos o depresivos, el alcohol es especialmente peligroso. Puede hacer que los medicamentos sean ineficaces, afectar aún más el juicio y exacerbar los pensamientos suicidas. Las investigaciones confirman que incluso beber fuera del AUD diagnosticado aumenta el riesgo de ideación suicida en personas con trastorno bipolar.

El problema va más allá de los síntomas agudos. El alcohol interfiere con el seguimiento preciso del tratamiento. Si un paciente bebe mientras toma medicamentos, resulta difícil determinar si los medicamentos están funcionando o si el alcohol está enmascarando los efectos.

Interacciones peligrosas con medicamentos

El alcohol interactúa negativamente con casi todos los medicamentos utilizados para tratar el trastorno bipolar. Combinar alcohol con estabilizadores del estado de ánimo como litio, antipsicóticos o benzodiazepinas puede amplificar los efectos secundarios: somnolencia, mareos e incluso depresión respiratoria potencialmente mortal. Por ejemplo, mezclar alcohol con benzodiazepinas (Xanax, Klonopin) puede ralentizar la respiración a niveles peligrosos.

Medicamentos específicos como el litio conllevan riesgos únicos cuando se combinan con alcohol, incluida la toxicidad si el paciente está deshidratado. Incluso las interacciones aparentemente menores pueden reducir la eficacia de los medicamentos y empeorar los síntomas.

El resultado final

El alcohol empeora los síntomas del trastorno bipolar tanto en la fase maníaca como en la depresiva. Hace que los medicamentos sean menos efectivos, aumenta los efectos secundarios y perjudica el juicio. Si tiene trastorno bipolar y lucha contra el alcohol, es esencial buscar ayuda profesional. Su proveedor de atención médica puede ofrecerle estrategias, medicamentos y recursos para apoyar la recuperación.

El consumo de alcohol desestabiliza fundamentalmente el estado de ánimo y el tratamiento del trastorno bipolar, lo que hace que la abstinencia sea el curso de acción más seguro.